3. Conflicto:
Marruecos – « Frente
Polisario »
3.1. Inicio del conflicto:
El comienzo de un conflicto larguísimo, que
duró casi 30 años y sigue vigente hoy día
entre Marruecos y el « Frente Polisario »
(un movimiento
político con reivindicaciones separatistas) sobre el
Sáhara, apareció con la proclamación de la
autodenominada « República Árabe
Democrática Saharaui » en Bir Lahlou el 27,28 de
febrero de 1976 por el "Movimiento de liberación de
Saquía el hamra y Río de oro "(el
«Frente Polisario»).
En los comienzos del conflicto, el "Polisario"
contó con el apoyo de los dos países vecinos:
Argelia y Libia.
En 1976, Argelia se implicó directamente en el
conflicto, dos veces en la guerra de
Amgala*, pero fue derrotada.
Dicha guerra, pone de prueba el deseo de Argelia de
quebrantar la unidad marroquí, mediante su creación
al « Polisario ». Éste
último, después de 1984, contaba sólo con el
apoyo de Argelia y Libia dejó de ayudarle.
Podemos dividir el conflicto en dos etapas, la del
enfrentamiento militar (1976-1991) y la otra con el alto el fuego
en 1991.
En la primera etapa, Marruecos pudo recuperar la zona de
Río de oro que fue administrada por Mauritania
–según el « Acuerdo de Madrid »- después de renunciar a
toda reivindicación sobre dicha zona en 1979.
En efecto, esta etapa fue caracterizada por un
enfrentamiento militar duro, con lo cual aceleró a la
intervención de Naciones Unidas para establecer un alto el
fuego en 1991.
3.2.-Alto el fuego:
Ante el fracaso de una solución africana, el
secretario general de las Naciones Unidas
ofreció en 1985 sus buenos oficios. Esta iniciativa se
tradujo en la formulación de propuestas de arreglo -que
contienen en sus textos un alto el fuego y la
organización de un referéndum-presentadas a las
partes el 11 de agosto de 1988 aceptadas por ellas el 30 de
agosto del mismo año.
El establecimiento de un alto el fuego, fue aplicado al
siguiente modo: En 1990, el Consejo de Seguridad
aprobó el informe del
secretario general (s/21360) que contenía el texto completo
de las propuestas de arreglo y el esquema del plan del
secretario general para su aplicación. En el 29 de abril
de 1991, se ha establecido la misión de
las Naciones Unidas para el referéndum del Sáhara
Occidental (MINURSO). Esta última, se hizo cargo
directamente de solucionar la cuestión del
Sáhara.
Así, se pone fin a los años de
enfrentamiento y de guerra entre Marruecos y el
«Polisario», y empieza una nueva etapa en el
conflicto, marcada por otro enfrentamiento de tipo
político, diplomático y también por la
intervención de otras partes.
SEGUNDA PARTE
I.-Política tradicional
española:
La posición oficial española en la
cuestión del Sáhara se ha escudado siempre en la
doctrina de Naciones Unidas: Se trata de un problema de
descolonización inconclusa en espera de que se celebre un
referéndum de autodeterminación por parte de la
población del territorio.
España,
según la posición oficial, cedió a Marruecos
y Mauritania la
administración del territorio pero no una soberanía que residía en la
población saharaui.
Esta posición, como hemos visto, fue fijada en
febrero de 1976, tres meses después de la muerte de
Franco, por el primer ministro de Asuntos Exteriores de la
monarquía española, José
María de Areilza, en un intento de salvar los principios y
compromisos adquiridos por España como potencia
colonizadora, sin que ello comprometiese las relaciones con
Marruecos tras la firma de los « Acuerdos
tripartitos ». El rechazo a denunciar éstos y
la consideración de que el proceso
colonizador estaría inconcluso hasta la celebración
de un referéndum de autodeterminación, dotaron a la
política española de gran ambigüedad en un
asunto especialmente sensible para la opinión
pública española, que las fuerzas políticas
habrían de utilizar como arma arrojadiza contra los
sucesivos gobiernos, atenazados entre el realismo
político y la presión de
la opinión.
La posición española, ante las presiones
sucesivas de las partes implicadas en el conflicto, se vio
afectada por circunstancias que obligaban a brindar o no su apoyo
en Naciones Unidas a las sucesivas resoluciones que cada
año se votaban en la Asamblea General, acercándose
a iniciativas diversas para recalcar su distancia o acercamiento
con Marruecos en función de
la coyuntura del momento. Pese a ese coyunturalismo, siempre
dominó cierto « fundamentalismo
referendario » que avalaba el Statu quo
resultante de la incompatibilidad de las propuestas planteadas
por las partes.
Los fundamentos en los que se basaba la política
exterior española hacia el Magreb evolucionaron de forma
relevante tras la adhesión a la Comunidad
Económica europea en 1986.
El Magreb dejó de ser percibido a través
del prisma de la defensa de los intereses territoriales
españoles para comenzar a ser visto en función de
criterios de estabilidad y seguridad.
Este nuevo análisis se tradujo en el impulso a una
política global hacia la región a través de
la intensificación de los lazos económicos,
políticos y culturales considerados como el mejor antídoto con el que limitar los efectos de
la conflictividad cíclica que había caracterizado
las relaciones con Marruecos y el Magreb (precisamente
Argelia).
Entonces, después de haber empezado con este
comentario de la política tradicional española,
veamos cómo actuó España con dicha
política (especialmente la de « neutralidad
activa ») en el conflicto.
1.-Política de "neutralidad
activa":
Aquellos cambios no afectaron a la posición
española de « neutralidad activa »
en la cuestión del Sáhara que, en un contexto de
recomposición del sistema
internacional, pareció entrar en una nueva fase con el
establecimiento de un alto el fuego y la aceptación en
1991, tanto por el « Frente Polisario »
como por Marruecos, de un « Plan de
Arreglo » que debía concluir con la
celebración de un referéndum de
autodeterminación en enero de 1992.
Las dificultades técnicas
en el proceso de identificación para fijar el censo
electoral del que dependía el resultado de la consulta
bloquearon el proceso, mostrando la necesidad de buscar nuevas
fórmulas. Eso fue encomendado a James Baker por el
secretario general de la ONU en 1997,
designándolo su representante especial. Tras el fracaso de
los « Acuerdos de Houston » (1997), sus
gestiones se concretaron en 2001 en una propuesta de
« Acuerdo Marco » que introducía la
idea de una autonomía en el Sáhara durante cuatro
años con un ejecutivo, con prerrogativas limitadas,
elegido por un cuerpo electoral aceptable por el
« Frente Polisario », que concluiría
con un referéndum en el que se decidiría el estatus
final del territorio y en el que votarían todos los
residentes en el Sáhara durante el año
anterior.
Esta propuesta fue rechazada por el « Frente
Poliario » y Argelia, aunque aceptada por
Marruecos.
En efecto, el gobierno español en
aquel entonces se mantuvo en la idea de mantener abierta la
opción del referéndum de autodeterminación
previsto por Naciones Unidas.
La propuesta de « Acuerdo Marco »
se produjo en un contexto de enfriamiento de las relaciones
hispano-marroquíes tras la negativa de Rabat a renovar el
acuerdo pesquero con la Unión
Europea en abril de 2001.
La cuestión del Sáhara interferirá
una vez más en las relaciones hispano-marroquíes,
estando en el trasfondo de la crisis
bilateral de 2001-2003. Fue la cuestión Saharaui, a
raíz del seudo referéndum organizado por ONG de
Andalucía, lo que motivó – según
fuentes
españoles – la retirada del embajador
marroquí de Madrid el 27 de octubre de 2001, precipitando
las relaciones en una espiral de interdependencias negativas que
alcanzaron su punto culminante con el episodio de la isla Perejil
en julio de 2002.
Hay que recordar, sin embargo, que la primera puesta en
cuestión por un gobierno español de la inamovible
posición pro-refrendaría en el Sáhara tuvo
lugar en noviembre de 2001, tras la retirada del embajador,
cuando el ministro español Josep Piqué
declaró a « La vanguardia » el 19 de noviembre de
2001, que Madrid sólo apoyaría una solución
autonomista en el Sáhara si los saharauis la
aceptaban.
Era la primera vez que, de manera oficial, se
asumía en España que cabía una
solución diferente a la del referéndum.
Pocas semanas antes el PSOE, a través de su
responsable de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez,
recomendaba dar una oportunidad al « Acuerdo
Marco » como base de partida, siempre a través
de la discusión común entre las partes. En esta
misma dirección se pronunció el entonces
líder
de la oposición socialista, José Luis
Rodríguez Zapatero, durante su visita a Marruecos en
diciembre de 2001, cuando expresó el apoyo de su partido a
la tercera vía (Acuerdo Marco) en plena tensión en
las relaciones con Marruecos.
Esta oposición del PSOE no estaba, sin embargo,
excenta de ambigüedades pues al tiempo que sus
dirigentes realizaban estas declaraciones conciliadoras hacia las
posiciones marroquíes, sus diputados respaldaban la
iniciativa del intergrupo parlamentario (formado por todos los
partidos con la excepción del partido Popular) que
acordó el 13 de noviembre de 2001 elaborar una
proposición no de ley para instar
al gobierno español a impulsar en la ONU el
referéndum en el Sáhara y que se reunió el
20 de ese mes con el líder del « Frente
Polisario », Mohamed Abdelaziz.
Ningún cambio
sustancial se produjo en la posición española en la
cuestión del Sáhara, a pesar de la
intensificación de la relación con Argelia, con la
visita de su presidente, Abdelaziz Buteflika a Madrid, los
acuerdos económicos con el gas argelino como
telón de fondo y la firma en octubre de 2002 del
« Tratado de Amistad y
Cooperación », o del restablecimiento de
relaciones plenas con Marruecos desde enero de 2003.
El rechazo del « Acuerdo Marco »
por el « Frente Polisario » y el bloqueo de
las negociaciones, obligó al representante de Kofi Annan a
revisarlo, presentando un « Plan de paz para la libre
determinación del pueblo del Sáhara
Occidental », llamado « Plan Baker
II », en mayo de 2003. Ahora la posición de las
partes implicadas cambió ante la versión retocada
del Plan Baker.
Marruecos vio con malos ojos las modificaciones
introducidas en un plan más elaborado aunque
mantenía las líneas generales del
« Acuerdo Marco », en un momento en el que
los sectores securitarios del régimen veían
reforzadas sus posiciones tras los atentados terroristas del 16
de mayo de 2003 en Casablanca. El temor a perder el control del
territorio durante el periodo transitorio con un ejecutivo que
podía hacer desde dentro campaña a favor de la
independencia,
justifica el rechazo de Marruecos al llamado Plan Baker
II.
El « Frente Polisario » y Argelia
jugaron la carta
contraria, aceptando el « Plan Baker II »
como punto de partida para alcanzar una solución
política al conflicto dejando la ingrata tarea de
obstaculizarla en manos de Marruecos.
Cuando en julio de 2003 el Consejo de Seguridad que
España presidía examinó el plan, Marruecos
tuvo miedo de que, por presión de Estados Unidos y
con el consentimiento de España, se tratase de imponer a
las partes la aplicación del mismo. España, en
contra de lo que Marruecos pensaba, hizo encaje de bolillos para
no herir la susceptibilidad del vecino que ,sin embargo, no
quedó satisfecho con la resolución finalmente
adoptada por unanimidad en la que se apoyaba el « Plan
de Paz », considerando que constituía una
solución óptima basada en el acuerdo de las
partes.
La pretendida neutralidad que ha caracterizado a la
posición tradicional española en el Sáhara
no ha impedido la cooperación humanitaria con la
población residida en Tinduf (1,4 millones de euros en
2004, que pasará a 3,1 millones el año siguiente),
que ha sido un soporte inestimable por el propio «
Frente Polisario », y que Marruecos la considera como
una injerencia, porque el único que se queda provechoso es
el « Polisario » y no la población
saharaui.
Como conclusión de este apartado, podemos decir
que España ha evitado siempre desempeñar una
postura activa de mediación en el conflicto, con el
pretexto de no interferir en el debate entre
las partes, escudada en las resoluciones de Naciones Unidas. Pero
con la llegada de Rodríguez Zapatero al gobierno, la
política española referente al tema del
Sáhara se ha cambiado totalmente. Entonces, ¿en
qué consiste este cambio?
II.Viraje diplomático:
Lo que el nuevo equipo de Rodríguez Zapatero en
el palacio de Santa Cruz pretende es romper esa
« neutralidad activa » y decidirse a
intervenir como mediador en un conflicto que se prolonga desde
hace casi 30 años, apoyando la búsqueda de una
solución política entre las partes.
«…España abandonaría su
inhibición tradicional sobre el Sáhara, camuflada
de activismo en el marco hasta ahora estéril de la ONU,
por una neutralidad activa que le llevaría a
« mancharse » para impulsar un
acuerdo… ».
Ésta es la visión que ha expuesto el
ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en el
viaje que hizo Zapatero a Argelia en julio de 2004, para perfilar
su iniciativa política, y que nos revela más o
menos la nueva actitud del
gobierno español ante el conflicto del
Sáhara.
El cambio de actitud del gobierno español, a
diferencia de la tradicional actitud desempeñada por los
gobiernos anteriores al de Zapatero, se ve claramente en las
propuestas que propuso este último en su iniciativa
política. Veamos entonces en qué consiste esta
iniciativa.
1.-Iniciativa española:
Podemos resumir la iniciativa política de
Zapatero sobre el Sáhara en tres puntos:
- –que Naciones Unidas consiga un acuerdo, un
gran acuerdo. - –ese acuerdo sea entre Marruecos, el
« Frente Polisario » y Argelia, entre
todas las partes ; - –ese acuerdo debe basarse en el respeto de
los derechos
de cada una de ellas (las partes) que se deben
garantizar.
Esta posición, parte del análisis de que
la prolongación del conflicto es un obstáculo mayor
para la estabilidad de la región, que impide avanzar en el
proceso de integración regional y obstaculiza el
desarrollo
económico y la modernización política y
social, percibidos como necesarios para atacar las raíces
de la inmigración ilegal y la amenaza terrorista.
El caldo de cultivo de éstos, en palabras del ministro de
Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, es
‘’la desesperación de una población que
no se beneficia aún de un lento despegue económico
y de unas reformas que tardan en ponerse en marcha y dar sus
frutos’’.
En este contexto, tras los atentados de Casablanca y del
11 de marzo de 2004 en Madrid, el gobierno español
considera que no puede continuar escudándose en un
Statu quo que perjudica los intereses
nacionales.
Este cambio en la política hacia el Magreb se
produce en un marco de reequilibrio de las opciones exteriores
del gobierno, que implica otro análisis en la
filosofía inspiradora de la acción
diplomática.
Frente a la convicción del gobierno de
José María Aznar de que la mejor manera de defender
los intereses españoles en la región era a
través de una relación estrecha con EE UU
–como el episodio de Perejil habría demostrado-, el
gobierno de Rodríguez Zapatero considera que es a
través del reforzamiento de las relaciones con Francia y de
una acción concertada con otros socios de la Unión
Europea, como mejor se defiende el interés
nacional español en Magreb, entendido no como defensa de
intereses territoriales sino como búsqueda activa de la
estabilidad en la región.
El ejecutivo socialista ha desarrollado desde su llegada
al gobierno, una intensa actividad diplomática, que
refleja la voluntad activa de desbloquear la cuestión del
Sáhara y el carácter prioritario otorgado a la misma.
La posición del gobierno español ha sido bien
recibida por Marruecos, pero ha alimentado, sin embargo, los
recelos del « Frente Polisario » y de
Argelia.
La ausencia de referencias explícitas al
« Plan de Paz », durante la visita oficial
de Rodríguez Zapatero a Marruecos, en su primera salida al
exterior como presidente del gobierno, suscitó inquietudes
que intentaron ser disipadas por Moratinos y el secretario de
Estado,
Bernardino León, durante sus respectivos viajes a
Árgel y Tinduf (por primera vez un alto cargo
acudía a los campamentos), así como por el propio
Rodríguez Zapatero durante su visita a Argelia en julio de
2004.
La posición española, no excenta de
ambigüedades ante la necesidad de mantener los canales
abiertos con todas las partes implicadas, se fundamenta en la
convicción de que una solución política no
funciona si una de las partes no la acepta.
La organización de un referéndum en
estas circunstancias, podría ser un elemento
desestabilizador en la región sin un acuerdo
previo.
Desde esta perspectiva, la negativa marroquí a
aceptar el « Plan Baker II », obliga a
explorar nuevas formulas políticas, que deben basarse en
un acuerdo bilateral entre las partes, con participación
de las organizaciones
regionales.
La posición española pasa, tras la
dimisión de Baker, por impulsar a finales de octubre de
2004 una nueva resolución al Consejo de Seguridad de la
ONU, que prolongue por un periodo mínimo de seis meses el
mandato de la minurso y que otorgue un mandato al nuevo
representante del secretario general, Álvaro de Soto, para
que trabaje con un margen suficiente que permita crear una
dinámica negociadora aceptable por todas
las partes.
La labor del gobierno español en esta
dirección, suscitó una intensa oposición
tanto interna como externa.
2.- Oposición a la iniciativa
española:
La nueva política hacia el conflicto del
Sáhara, tiene un coste político interno en un
país en el que existe un amplio apoyo y solidaridad con
el « Frente Polisario », que se traduce en
la existencia de multitud de asociaciones de solidaridad con
dicho movimiento.
El abandono del "fundamentalismo referendario", por
parte del gobierno socialista ha dado lugar a un manifiesto de
protesta de intelectuales
españoles. También, ha constituido a que la
cuestión del Sáhara se convierta en un arma
arrojadiza en la política interna.
La aprobación el 14 de septiembre en el senado de
una moción a propuesta del partido popular con el apoyo de
todos los grupos
políticos – excepto el socialista – en la que se instaba
al gobierno a limitar su acción diplomática,
manteniendo ‘’ el esfuerzo de resolución del
conflicto en el ámbito de Naciones Unidas y de la
Unión Europea, respetando la legalidad
internacional y el legítimo derecho del pueblo saharaui a
la autoderminación’’, muestra las
dificultades de comprensión a las que se enfrenta el nuevo
enfoque de la diplomacia. El partido popular ha endurecido su
posición en esta cuestión, incluyendo en la
ponencia internacional de su XV Congreso una referencia a la
preocupación que le merece « el viraje en la
posición española respecto al conflicto del
Sáhara Occidental » por abandonar la tradicional
política española de « neutralidad
activa ».
3.-Actitud de las partes implicadas (hacia la
iniciativa española):
3.1-Marruecos:
Tras los malos momentos que vieron las relaciones entre
España y Marruecos (la negativa de Rabat a renovar el
acuerdo pesquero con la Unión Europea en abril de 2001, y
el episodio del islote Perejil en julio de 2002), durante el
periodo de gobierno de José María Aznar. Asistimos
ahora con el gobierno de Zapatero a un clima de
confianza, que reina las relaciones
hispano-marroquíes.
En este contexto el primer ministro marroquí,
Driss Jettu, afirmó en una reunión con su
homólogo español, que:
«…nunca las relaciones entre
España y Marruecos estuvieron tan llenas de promesas como
hoy »
Según declaraciones oficiales españoles,
la posición del gobierno del PSOE sobre el Sáhara
es básicamente la misma que la del precedente:
España solamente aceptará un acuerdo entre las
partes para solucionar el conflicto, pero Marruecos aprecia un
espíritu nuevo en los llamamientos al diálogo de
José Luis Rodríguez Zapatero, que se
comprometió a movilizar a la diplomacia española,
para lograr un consenso que considera posible y sobre el que se
mostró esperanzado.
El gobierno de España entiende que la
solución, es el acuerdo de todas las partes, ése es
el camino; éstas son las palabras pronunciadas por
Rodríguez Zapatero, en su primer viaje como presidente del
ejecutivo a Marruecos, con las cuales Marruecos aceptó la
iniciativa política española sobre el Sáhara
ya que busca una solución política fuera del marco
referendario.
En efecto, la iniciativa española y los
llamamientos al diálogo, han sido apreciados por
Marruecos, que se mostró dispuesto a cualquier iniciativa,
pero a condición de que no toque su soberanía sobre
sus territorios.
3.2-El « Frente
Polisario »:
Como hemos mencionado antes, la posición del
ejecutivo socialista ante el problema del Sáhara ha sido
bien recibida y apreciada por Marruecos. Pero ha alimentado los
recelos del « Frente Poliario » y de
Argelia, que vieron con malos ojos el cambio de actitud del
gobierno español en lo que concierne aquella
cuestión.
El « Frente Polisario »
rechazó totalmente la iniciativa política
española, y acusó al gobierno español de
romper con la política seguida hasta ahora con
relación al conflicto, que enfrenta a los saharauis
con Marruecos desde hace 30 años.
Un comunicado firmado por Mohamed Sidati (el encargado
de las relaciones con Europa en el
« Frente Polisario »), aseguró
que:
« España ha dejado de brindar un
apoyo inequívoco a las resoluciones de la ONU,
especialmente al llamado Plan Baker »
El descontento del « Frente
Polisario » por la nueva actitud del gobierno
español, encuentra su origen en la iniciativa misma que
propuso Zapatero para solucionar el conflicto.
Zapatero pidió una nueva solución,
aceptada por todas las partes implicadas, en el marco referente
al « Plan Baker II » a
condición de que se introduzca modificaciones a este
último, para que sea aceptado tanto por Marruecos como por
el « Frente Polisario ».
A este modo, El « Frente Polisario »
rechazó en absoluto la nueva actitud del ejecutivo
socialista, y pidió que se aplique el « Plan
Baker II »sin alteraciones.
Como conclusión a este apartado, podemos decir
que el análisis de la iniciativa política del
gobierno español sobre el Sáhara, nos lleva a una
conclusión clara: La iniciativa socialista sobre el
Sáhara significa un abandono de la doctrina (la
neutralidad activa) que sobre el Sáhara han mantenido
todos los gobiernos españoles anteriores al actual
gobierno.
CONCLUSIÓN
En síntesis,
podemos decir que la nueva actitud del gobierno español
ante el problema del Sáhara representa un abandonó
a la doctrina que sobre el Sáhara han mantenido todos los
gobiernos españoles.
Con dicha doctrina España pretendió evitar
una postura activa de mediación en el conflicto, con el
pretexto de no interferir en el debate entre las partes, escudada
en las resoluciones de Naciones Unidas.
Pero con la llegada del partido socialista al gobierno
presidido por José Luis Rodríguez Zapatero,
España abandona su actitud tradicional sobre el
Sáhara, camuflada de activismo en el marco hasta ahora
estéril de la ONU, por una neutralidad activa que le
llevaría a mancharse para impulsar un acuerdo.
Así, España con el actual gobierno rompe
con la tradicional política de « neutralidad activa
» y decide intervenir como mediador en el
conflicto.
BIBLIOGRAFÍA
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País », años 2004/2006. - Cuadernos políticos : n°73 de julio
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pequeña -Ifni- Sáhara (la acción de
España en la costa occidental de África) fe,
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Marruecos. Sus relaciones diplomáticas durante el siglo
XIX, tipografía Raoul Peant, Madrid,
1903. - J. BRIGNON y otros: Histoire du Maroc.
Casablanca, 1967.
Internet
Oulimam Abdelali
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